La pelea entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich llegó a su máxima tensión en las últimas horas a partir de una escalada verbal de fuertes acusaciones recíprocas. Nada permite prever que se disipe el clima bélico: las diferencias se agravaron en medio de la campaña electoral y entre los dos precandidatos presidenciales no hay diálogo ni tienen mediadores para bajar los decibeles.
Al insistir en su mirada crítica, puntualizó: “Eso es lo que intentó Mauricio, yo propongo algo diferente, que construyamos una nueva mayoría sólida y firme para impulsar algo en la Argentina que tenga gobernabilidad, pero para que el cambio se mantenga en el tiempo”.
“El cambio vale si le cambia la vida a la gente y se mantiene en el tiempo -resaltó el alcalde porteño-. Si no, es un ida y vuelta más de este péndulo. La diferencia es clara: el único camino posible es construir una nueva mayoría sólida, que no es unanimidad”.
Pocas horas después llegó la dura réplica de Bullrich: “Me parece de una enorme bajeza moral, oportunismo y falta de ética que Larreta, que se jacta de haber trabajado 20 años con Macri, haga cualquier cosa con tal de conseguir un voto”, le dijo al diario Clarín.
La precandidata presidencial de JxC agregó: “Hay límites en una campaña, es un ventajero total, no puede decir algo así de quien fue su jefe político durante tanto tiempo. Me parece muy deleznable”.
Enseguida se sumaron más ataques a Larreta. El candidato a vicepresidente de Bullrich, el radical Luis Petri, afirmó que “es decepcionante escuchar a Larreta criticar más a Bullrich y a Macri que a los verdaderos responsables del desastre del país, que son el kirchnerismo y Massa”. “No vale todo, no somos lo mismo, no se construyen mayorías con los que desprecian los valores republicanos y alientan el populismo decadente en la Argentina, se los enfrenta, con coraje y valentía”, publicó en Twitter.
Por su parte, el precandidato a gobernador bonaerense del bullrichismo, Néstor Grindetti, aludió a la polémica en las redes: “¿Quién puede decir que la inserción de Argentina en el mundo como nunca antes en su historia fue un fracaso? ¿Quién puede decir que la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad poniéndonos siempre del lado de la gente fue un fracaso?”, se preguntó.
Y prosiguió: ¿Quién puede decir que la recuperación de la matriz energética de la Argentina fue un fracaso? ¿Quien puede decir que avanzar en la modernización del Estado, la transparencia en la obra pública y la independencia de poderes fue un fracaso? Lamento estas expresiones viniendo de alguien que forma parte de nuestro espacio y es socio fundador del mismo. ¡No vale todo!”.
Otro dirigente que salió al cruce del jefe de Gobierno fue Juan Pablo Arenaza, jefe de campaña de Bullrich: “Escuchar a @horaciorlarreta hablando del fracaso de un gobierno del cual el fue parte. Y criticar a @mauriciomacri en la forma que lo hizo, a eso en el barrio le dicen desleal y oportunista. Una lástima”, publicó en su cuenta de Twitter.
Desde el larretismo, en cambio, nadie le contestó a a Bullrich ni a sus dirigentes más cercanos. No fue casual: allegados al jefe de Gobierno revelaron que pidió especialmente que ningún integrante de su sector criticara a la ex ministra de Seguridad y se mantuvieran en silencio sobre este tema.
Admitieron, de todas formas, que los dichos de Rodríguez Larreta no fueron casuales ni improvisados. Forman parte de una estrategia para asociar a Bullrich con el estilo de Macri y acentuar así la idea de que el jefe de Gobierno apuesta al diálogo y no a las “bravuconadas”.
El comienzo de la campaña de Juntos por el Cambio quedó signado por esta escalada verbal y abre interrogantes sobre la forma en que Larreta y Bullrich podrán compartir el mismo espacio sin dañar su imagen ante el electorado si se mantiene el clima de fuerte enfrentamiento.
Mientras, cada uno está acentuando su perfil más conocido: el jefe de Gobierno apuesta a mostrarse aliado a la mayoría de Juntos por el Cambio y apelando a procurar una nueva mayoría que pueda hacer cambios “sin gritos y con búsqueda de consensos”. Su rival interna, en cambio, profundizó su sesgo “halcón” y , antes que aliarse con dirigentes de “la casta”, apunta a acercarse a la gente común y sembró sus listas de candidatos con figuras que no salen de la política.